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Julio César. El huevo de la serpiente

Julio César

En el pasado año 2012 se difundió, a través de los medios de comunicación, el hallazgo del lugar donde fue ejecutado Julio César. La noticia puso de actualidad la figura de uno de los dictadores más sanguinarios de la historia de la humanidad, aunque al parecer goza de la simpatía de la mayoría de los historiadores.
En este artículo y los próximos vamos a comentar alguno de los aspectos del personaje, con la intensión de aportar una visión más real sobre su persona, y la influencia que tuvo en su tiempo y en los siglos posteriores.
A finales del 61 a.C. regresa Pompeyo a Roma dispuesto a intervenir en política, para lo cual trae un cuantioso capital fruto de sus expolios en Oriente. Deseaba recibir los máximos honores del Senado, pero en ningún caso atentar contra el aparato del estado. Pero se encontró con la oposición de Catón. En vez de utilizar sus tropas para presionar al Senado procedió a licenciarlas. La oposición del Senado a sus proyectos le hizo ver la conveniencia de aliarse con los políticos populares.
A todo esto, Julio César había llevado a cabo una campaña contra los lusitanos, obteniendo un buen botín y prestigio entre sus tropas. En el verano del 60 a.C. regresa de forma precipitada a Roma, entrando en contacto con Pompeyo y Craso. César media entre ellos para limar sus discrepancias y lograr así una alianza entre los tres, conocida como Primer Triunvirato, que carecía de base constitucional.
César se convierte en cónsul en el 59 a.C., y saltándose los trámites perceptivos en el Senado, lleva una propuesta de reparto de tierras directamente a la asamblea. Con objeto de tranquilizar a Pompeyo, sella con él una alianza familiar, ofreciéndole como esposa a su hija Julia.
Mediante la utilización de Clodio, tribuno de la plebe, pone en marcha una serie de proyectos demagógicos; reparto gratuito de trigo, restablecimiento de las asociaciones políticas, creación de bandas armadas para presionar a la asamblea, con lo que logra deshacerse de sus enemigos, entre los que se encuentran Cicerón y Catón.
César logra que la asamblea le otorgue el gobierno de la Galia Cisalpina, el Ilírico y la Galia Transalpina.
En ausencia de César se produce una crisis entre Craso y Pompeyo, por lo que baja de la Galia en el 56 a.C. y restablece el acuerdo entre los tres, logrando, por cinco años, los gobiernos de Hispania y Siria para Pompeyo y Craso, respectivamente. Craso se dirigió a Siria para preparar una campaña contra los partos, y Pompeyo se quedó en Roma gobernando Hispania mediante sus legados.
A todo esto César, ayudando a los eduos, combate y derrota a los helvéticos obligándolos a retornar a su país de origen.
Se producen una serie de acciones contra los belgas y en Bretaña y Normandía, donde el expolio de los romanos había dado lugar a una insurrección en el 56 a.C. César se dedica a reprimir todas las insurrecciones a base de asolar los territorios, destruyendo sus aldeas y practicando el exterminio de sus habitantes. Esta política motiva que se produzca un amplio movimiento de liberación encabezado por Vercingétorix. Después de una feroz campaña logra la capitulación del jefe galo, recogiendo un inmenso botín, además consigue disponer de una ejercito bien entrenado y adicto a su persona.
La muerte de Julia, y la derrota y muerte de Craso (Carrhae, 53 a.C.), colocan a César y Pompeyo en posiciones claramente antagónicas.
A partir del año 51 a.C. se producen una ola de diatribas en el Senado contra César, rechazando una solicitud de prorroga de sus poderes proconsulares.
En el año 49 a.C. el Senado declara César enemigo público, al negarse a licenciar las legiones, como se le había ordenado, así como entregar el mando. César responde cruzando el Rubicón y desencadenando así la guerra civil.
La guerra civil tuvo su punto álgido en la batalla de Farsalia (48 a.C.), donde César derrota a las tropas leales mandadas por Pompeyo, el cual huye a Egipto, donde acaba siendo asesinado por mandato de Tolomeo XIII. César pasa por Egipto, se enfrenta y derrota a las tropas de faraón, y en el curso de la batalla quema la biblioteca de Alejandría (una de las mayores catástrofes culturares que se han producido en la historia del mundo)
La campaña de César contra las tropas leales a Pompeyo finaliza en Hispania en la batalla de Munda (45 a.C.), que se salda con enormes pérdidas humanas.
Tras la finalización de la guerra civil, César ha dejado al estado arruinado, con numerosas ciudades destruidas, campos asolados y millones de muertos.
Vencedor del partido senatorial, y dueño de los resortes del estado, César se comporta como un déspota absoluto, y con el pretexto de restaurar la República hace todo lo contrario. Aunque no acepta la corona real, tan denostada por la tradición republicana, sus amplísimos poderes dictatoriales le bastan y le sobran para acabar con el régimen republicano.
La anterior situación motivó que un grupo de senadores organizaran una conspiración, que dirigida por C. Casio Longio y M. Junio Bruto, tuvo como resultado la ejecución de César (15 de marzo del 44 a.C.), con lo que se pretendía restablecer la República.
Hasta aquí una breve relación de los hechos, en próximo artículo Julio César: El huevo de la serpiesnte II analizamos sus consecuencias.

Publicado enRoma

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